*_ meditaciones _*
conociendo mi cuerpo

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Meditación del placer: abrir espacio a lo que se siente bien

Busca un lugar cómodo. Siéntate o recuéstate con la espalda libre, sin apretar el cuerpo. Cierra los ojos y empieza a notar tu respiración. Con cada inhalación, imagina que el aire entra como una caricia, y con cada exhalación, sueltas cualquier rigidez o exigencia.

Lleva tu atención al cuerpo: siente el roce de la ropa, la temperatura del aire, el peso de tus manos. No busques placer inmediato, solo nota los pequeños lugares donde habita. Tal vez en el calor del pecho, en la suavidad del abdomen, en la textura de tu piel.
Respira ahí, reconociendo que el placer no se persigue: se escucha.

Cierra la práctica repitiendo para ti: “Mi cuerpo es un lugar seguro para sentir.”

Meditación de abundancia: abrir el cuerpo al recibir

Siéntate con la columna recta y las palmas hacia arriba. Cierra los ojos. Inhala profundo, imaginando que entra una luz dorada por tu coronilla. Siente cómo baja por tu cuello, pecho, vientre, hasta llegar a tu vulva. Exhala con suavidad.

Repite mentalmente: “Estoy abierta a recibir. Merezco lo bueno, lo bello y lo pleno.”
Imagina esa luz expandiéndose alrededor de ti, como un campo que atrae oportunidades, amor y placer.
Deja que el cuerpo se llene de esta sensación de expansión, como si estuvieras floreciendo desde dentro.

Termina con gratitud, tocando tu pecho o tu vientre y diciendo: “Lo que deseo también me desea.”

Meditación de empoderamiento: recordar quién habita tu cuerpo

De pie o sentada, cierra los ojos y siente el peso de tus pies o tu base sobre el suelo. Imagina raíces que bajan desde tu pelvis, conectándote con la tierra. Inhala profundo por la nariz y exhala por la boca, soltando cualquier energía ajena que no te pertenece.

Piensa en todas las veces que has dudado de ti, y con cada exhalación, deja que esa duda salga del cuerpo. Luego repite: “Estoy aquí. Soy suficiente. Mi voz y mi cuerpo me pertenecen.”
Siente la energía subir desde tus pies hasta tu pecho: eso es poder habitando el cuerpo, sin esfuerzo.

Quédate unos segundos en silencio, reconociendo tu fuerza, tu presencia y tu fuego.

Meditación para activar sensaciones orgásmicas: encender el cuerpo desde adentro

Acuéstate con las rodillas dobladas y los pies apoyados. Cierra los ojos y coloca una mano sobre el corazón y otra sobre la vulva. Empieza a respirar profundo, lento, sintiendo cómo el aire sube y baja entre tus dos centros.

Imagina una corriente de energía que conecta ambas manos. Con cada inhalación, el aire sube desde la vulva al corazón. Con cada exhalación, baja del corazón a la vulva. Mantén ese ritmo, sintiendo cómo el cuerpo se despierta: calor, cosquilleo, expansión.

No busques llegar a un clímax. Solo permite que la energía se mueva. Esta práctica es para encender sin apresurar, para reconocer que el placer puede ser una forma de presencia.
Termina abrazando el cuerpo y repitiendo: “Soy energía, soy deseo, soy vida en movimiento.”

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